jueves, 29 de diciembre de 2011

γνῶθι σεαυτόν




El aforismo griego  ΓΝΩΘΙ ΣΑΥΤΟΝ, también conocido en su versión latina como "nosce te ipsum" (conocete a ti mismo), según el periegético Pausanias. Este nos decía  que fue dicha frase fue entregada por las profetisas de Tebas a los siete sabios de Grecia, quienes la colocaron en el pronaos del templo de Apolo en Delfos. El propio Pausanias escribía Εν δέ τώ προνάω τά έν Δελφοίς γεγραμμένα, έστιν ώφελήματα άνθρώποις (Las palabras escritas en el pórtico de Delfos son de utilidad para los hombres) como prueba de la importancia que el mundo griego le daba a los preceptos de Delfos. 


A lo largo de la historia, este aforismo ha sido atribuido a varios sabios griegos antiguos como Heráclito, Quilón de Esparta, Tales de Mileto, Sócrates, Pitágoras o Solón de Atenas. Otras fuentes lo atribuyen a Femonoe, una poetisa griega mítica. En una discusión acerca de la moderación y el autoconocimiento, el poeta romano Juvenal, cita la frase en griego y declara que el precepto desciende "de cælo" (del cielo).


La frase "conócete a ti mismo" se refiere al ideal de comprender la conducta humana, moral y pensamiento, porque en última instancia comprenderse uno mismo es comprender a los demás también y viceversa.  En resumen, el objetivo sería conocer aquello que nos está sucediendo y las sensaciones que  estamos sintiendo, lo que nos permitiría tener pleno control emocional, regular la manifestación de una emoción y/o modificar un estado de ánimo y su exteriorización, aumentando, de este modo, nuestra capacidad de motivarnos y de motivar a los demás.

Lo que ya no es tan conocido es que junto al "conócete a ti mismo" en el frontispicio del Oráculo de Delfos había una segunda sentencia, atribuida a Solón de Atenas: ΜΗΔΕΝ ΑΓΑΝ (nada  en exceso), que se trata de un aviso que propone el equilibrio frente a los extremos, una invitación  a la moderación que hubiera permitido evitar transiciones de un optimismo exacerbado hacia el pesimismo. Un freno ante la ambición desmedida que muchas veces nos hace incurrir en riesgos desproporcionados. Esta sentencia nos invita a tomar el “Camino Medio” (concepto también arraigado en el pensamiento budista) y que implica una visión equilibrada de la vida, tratando de reconciliar a los extremos que subyacen a los puntos de vista opuestos.

Entre ΓΝΩΘΙ ΣΑΥΤΟΝ y  ΜΗΔΕΝ ΑΓΑΝ, en la parte superior, habría una tercera inscripción: el famoso ΕΝ ΔΕΛΦΟΙΣ Ε, sobre el que el sacerdote de Delfos Plutarco escribió todo un ensayo (“Sobre la E de Delfos“) tratando de interpretar su significado.

Junto con estas sentencias se encontraban los preceptos del Oráculo de Delfos, que constituyen un verdadero código moral de plena vigencia hoy en día. Algunos de estos preceptos son:


  • Νόμοις πείθου. Obedece a las leyes.
  • Γονείς αίδου. Respeta a tus padres.
  • Ηττώ υπέρ δικαίου. Sométete a la justicia.
  • Γνῶθι μαθών. Aprende a aprender.
  • Ακούσας νόει. Reflexiona sobre lo que hayas escuchado.
  • Εστίαν τίμα. Honra tu casa.
  • Φίλους βοήθει. Ayuda a tus amigos.
  • Θυμοῦ κράτει. Domina tu carácter.
  • Όρκῶ μη χρω. No te sirvas de los juramentos.
  • Φιλίαν αγάπα. Ama la amistad.
  • Παιδείας αντέχου. Persevera en tu educación.
  • Σοφίαν ζήτει. Busca la sabiduría.
  • Ψέγε μηδένα. No censures.
  • Επαίνει αρετήν. Ensalza la virtud.
  • Πράττε δίκαια. Actúa de modo justo.
  • Κακίας απέχου. Aléjate del mal.
  •  Άκουε πάντα. Escúchalo todo.
  • Χρόνου φείδου. No pierdas el tiempo.
  • Ύβριν μίσει. Aborrece la arrogancia.
  • Έχων χαρίζου. Sé generoso cuando tengas.
  • Δόλον φοβού. Cuídate del engaño.
  • Ευλόγει πάντας. Háblale bien a todos.
  • Φιλόσοφος γίνου. Hazte amante del saber.
  • Όσια κρίνε. Estima lo sagrado.
  • Γνους πράττε. Obra de acuerdo con tu conciencia.
  • Φόνου απέχου. No mates.
  • Σοφοίς χρω. Ten trato con los sabios.
  • Ήθος δοκίμαζε. Examina tu carácter.
  • Υφορώ μηδένα. No mires a nadie con desconfianza.
  • Ευεργεσίας τίμα. Honra la buena conducta.
  • Φθόνει μηδενί. No envidies a nadie.
  • Ελπίδα αίνει. Alaba la esperanza.
  • Διαβολήν μίσει. Aborrece la calumnia.
  • Δικαίως κτω. Obtén las cosas justamente.
  • Αγαθούς τίμα. Honra a los buenos.
  • Αισχύνην σέβου. Ten sentimientos de pudor.
  • Ευτυχίαν εύχου. Desea la felicidad.
  • Εργάσου κτητά. Trabaja por lo que es digno de ser adquirido.
  • Έριν μίσει. Odia la discordia.
  • Όνειδος έχθαιρε. Aborrece la injuria.
  • Λέγε ειδώς. Habla cuando sepas.
  • Βίας μη έχου. Renuncia a la violencia.
  • Φιλοφρόνει πάσιν. Muestra benevolencia con todo el mundo.
  • Ευπροσήγορος γίνου. Sé amable con todos.
  • Αποκρίνου εν καιρῴ. Responde en el momento oportuno.
  • Πόνει μετά δικαίου. Esfuérzate más allá de lo necesario.
  • Πράττε αμετανοήτως. Actúa sin arrepentimiento.
  • Αμαρτάνων μετανόει. Arrepiéntete cuando te equivoques.
  • Βουλεύου χρήσιμα. Piensa en lo útil.
  • Ευγνώμων γίνου. Sé agradecido. 
  • Ομόνοιαν δίωκε. Busca la concordia.
  • Άρρητα μη λέγε. No digas lo indecible.
  • Έχθρας διάλυει. Aniquila el odio.
  • Επί ρώμη μη καυχώ. No alardees de tu fuerza.
  • Απέχθειαν φεύγε. Evita el resentimiento.
  • Κακίαν μίσει. Aborrece el mal.
  • Μανθάνων μη κάμνε. No te canses de aprender.
  • Ους τρέφεις αγάπα. Ama a quienes te alimentan.
  • Απόντι μη μάχου. No combatas contra aquel que está ausente.
  • Νεώτερον δίδασκε. Enseña a los más jóvenes.
  • Σεαυτόν αιδού. Respétate a ti mismo.
  • Μη άρχε υβρίζων. No seas dominado por la arrogancia.
  • Θνήσκε υπέρ πατρίδος. Muere por tu patria.
  • Ατυχούντι συνάχθου. Siente compasión por los desgraciados.
  • Τύχῃ μη πίστευε. No confíes en la suerte.
  • Τελεύτα άλυπος. Muere exento de sufrimiento.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Jano y los solsticios




En el curso de su tratado sobre los Fastos, Ovidio hará decir a Jano "me penes est unum vasti custodia mundi", o sea, lo caracteriza como aquel que, el sólo, custodia el universo. Esta atribución es importante y parece haberse escapado a la mayor parte de los estudiosos. Si, en efecto, por un lado nos lleva hacia la fundamental función "inicial" del dios latino, aún parece decirnos más.

En realidad establece una relación particular de Jano con el universo, centrada sobre el mantenimiento de la armonía cósmica y sobre los ritmos que la expresan, junto a una caracterización del dios como unum que parece aclarar cuanto se ha dicho precedentemente: "tunc ego, qui fueram globus et sine immagine mole", o sea, como una especie de síntesis principial, cuya imagen iconográfica biforme no sería más que una explicación simbólica.

La relación con el cosmos se evidencia también por la alusión de Fastos, como allí donde Ovidio añade: "praesideo foribus coeli cum mitibus Horis". Aparte de la mención de los "agujeros del cielo" sobre la que enseguida volveremos, aquí importa entender por qué Jano protege tales "puertas celestes" junto a las Horas. Concebidas como hijas de Temis, estas tres divinidades son Eunomia, "orden recto", Dike, "el derecho", Irene, "la paz". Sus atributos hacen así de ellas en modo eminente las divinidades de la armonía y del equilibrio cósmico, las "hijas" que especifican la función de Temis, "el orden" primordial por excelencia, que precede al mismo reino de Zeus, que Jano custodia presidiendo aquellas "puertas del cielo" que el verso en cuestión nos dice ser particularmente importantes en el ámbito del mantenimiento de la armonía cósmica.

Añadiremos que un atributo clásico de Temis es la "balanza" que le sirve para "pesar" los desórdenes cósmicos provocados por los hombres con sus acciones poco conscientes; si recordamos , sin embargo, que el signo zodiacal de Libra no formaba parte en épocas antiguas del circulo zodiacal, sino que era una constelación celeste, se podrá fácilmente concluir que tales versos nos proporcionan una relación de Jano con una era cósmica anterior a la actual estructuración del ecuador celeste, caracterizada por la "armonía" del "orden" y de la "paz", o sea, por un equilibrio cósmico del cual el dios era considerado el centro y la fuente primigenia.

En relación evidente con todo este orden de ideas se presenta el verso 120, allá donde Jano declara que "jus vertendi cardinis omne meum est". ¿Pero qué es este "derecho de girar el gozne del universo"? La expresión debe ser relacionada con la contenida en el verso precedente de "custodio del universo", pero con una caracterización ulterior. Jano, en efecto, aparece aquí como el eje en torno al cual rueda el entero universo, el asís mundi que no puede carecer de relación con el polo celeste, como parece sugerirnos por otra parte la expresión ciceroniana duplex cardo, "polo norte y polo sur". Pero tal expresión puede decirnos aún más. Plinio, por ejemplo, emplea la expresión cardo anni para indicar el solsticio, o sea, el punto celeste que es propiamente el "gozne" de la rueda cósmica que no puede ser considerado sino en relación con el asís mundi, el polo celeste. 

Tal interpretación nuestra puede así dar cuenta de otra particularidad enigmática del dios, aquella relativa a su estatua que ostentaba en la mano derecha el numero 300 y en la izquierda el 65, "ad demostrandam anni dimensionem", como dice Macrobio que retoma un tema ya presente en Plinio, equivocadamente considerado como una alusión a un símbolo solar, mientras que debe ser relacionado con el ciclo anual; "quae precipua est solis potestas", concluye Microbio.

La cosa, por otra parte, puede ser comprobada cuando se recuerda que también Varrón en el quinto libro de sus Antiquitates rerum divinarum (en Macrobio) escribirá que "Iano duodecim aras pro totidem mensibus dedicatas" [como los doce dioses admitidos del arcaico panteón romano cuyo principium es, precisamente, Jano], exactamente la totalidad de la duración del año, o sea el "anillo" del tiempo, dado que! annus está formado por la partícula an, que según Gayo Ateyo Capitone representa circum, "en torno", cosa que nos da el término annus para "circulo", "anillo", para indicar el movimiento circular del tiempo transcurrido por sus doce estaciones.

La función de asís mundi cumplida por Jano es importante y nos envía al carácter primordial de dios, a la "unicidad" que se expresa también en las monedas, en aquella aes que era caracterizada por un eje, I, que dividía exactamente las dos caras del dios ahí figurado. Todo ello tiene una evidente ligazón con el simbolismo del año, más precisamente con las dos mitades del año obtenidas por la intersección de una ideal línea axial que delimita las dos "puertas del cielo", los "orificios" de los que hablaba Ovidio en Fastos.

Para comprender bien este punto hay que recordar que el ciclo anual se especifica en los dos momentos fundamentales del recorrido solar, el descendente, desde el solsticio estival hasta el invernal, y el ascendente, del solsticio invernal al estival, según un ciclo que indefinidamente retoma tal vicisitud cósmica.

Los semiperíodos así obtenidos constituyen las dos mitades del año, la oscura y la clara, referidas en el plano mítico a Noto y a Boreas, las dos fuerzas solsticiales puestas respectivamente bajo el signo de Cáncer y de Capricornio. El asís mundi (= Jano) aparece por ello como la unidad que contiene el principio los dos "orificios" de los que hablaba Ovidio, las dos "fuerzas celestes" que marcan la "puerta de los hombres" y la "de los dioses" de las que trata la mitología helénica y la especulación pitagórica. Los atributos de geminus y biceps, dos de los más característicos de Jano, pueden así relacionarse con este simbolismo cósmico del dios, aquel mismo que ha sido considerado equivocadamente como solar, olvidando que los símbolos ligados al sol no son otra cosa que una especificación "personalizada" de ciclos espirituales anteriores, como ha sabido demostrar en un contexto general de historia de las religiones el gran Mircea Eliade.

La especial relación de Jano con los solsticios está claramente indicada por los textos. Ovidio dirá que el dios en las fórmulas rituales era denominado Clusius y Patulcius ("modo namque Patulcius idem et modo sacrifico Clusius ore vocor"), una afirmación que también el más tardío Macrobio confirma, allí donde habla de un "Ianus Patulcius et Clusivius", pero conocía también por Servio y por Lido. Del texto macrobiano se puede deducir una etimología reconducible a pateo y a claudo, pero la dificultad surge por el hecho de que los dos sufijos –ulcius y usius- son oscuros y no reconducibles a otras formulaciones lingüísticas. El sentido de "abierto" (patet) y de "cerrado" (clauditur) parece, con todo, el más verdadero, porque también se conecta con el simbolismo solsticial del que hablamos. El atributo de patulcius, en efecto, es precisamente el del solsticio estival, cuando el año se "abre" a un nuevo recorrido. Es el momento creativo, el "inicio" de un ciclo tan importante que en algunos calendarios arcaicos, como el Sothiaco del antiguo Egipto o el de la más arcaica Hélade, se hacía comenzar el año solar precisamente por Cáncer. Clusius, sin embargo, indica lo opuesto, la "clausura" del recorrido anual, el inicio de la mitad ascendente oscura que concluirá en el signo opuesto, para después retomar todo de nuevo. Además, todavía en un testimonio del que informa Renato del Ponte se dice que Jano era denominado "Patulcius et Clusius, ianitur superum inferunque", donde las dos atribuciones son referidas respectivamente a la mitad superior y a la inferior del año, las cuales vienen "introducidas" por el dios latino. Son éstos elementos precisos de una función "axial" que se centra sobre las "fuerzas del año", sobre aquellos solsticios que la antigüedad consideró la "vía de los dioses" y la "vía de los hombres", a las! cuales quizás se puedan referir los dos atributos de los que habla Macrobio, Antevorta y Postvorta, que en una aplicación particular parecen poder relacionarse con tales días, dado que la "puerta delantera", "que abre", es la del solsticio veraniego, mientras que la "trasera", "que cierra", es la invernal.

Según Ovidio el agonium del 9 de enero es la fiesta propia del dios Jano: "Janus Agonali luce piandus erit". La etimología del término es compleja. Ovidio la refiere al acto ritual, mientras los estudiosos modernos están inclinados a dar crédito a la tesis según la cual "los antiguos llamaban a la víctima sacrificial". Varron y aún Ovidio declaran que en tal período el rex sacrorum sacrificaba un carnero negro en la Regia, el edifico del Foro que hospedaba también al pontifex maximus. La fecha es importante; el 9 de enero lo presenta Ovidio como la primera fiesta del año "cuatro días después de las Novenas", y representa por ello desde el punto de vista litúrgico el inicio verdadero y propio del año sagrado. Rápidamente, tras el agonium, con el 1! 1 de enero, comienza el ciclo de las fiestas de Carmenta, que, según D. Sabbtucci, pueden ser interpretadas con relación al dios Jano, dado que su simbolismo hace de ellas por excelencia "diosas de los pasajes": "permaneciendo firmes en el nacimiento del año se justifican las relaciones de Carmenta con Jano, que no solamente son de calendario, sino también, por así decir, "teológicas" [...] como ha propuesto Macrobio, para el cual Antevorta y Postvorta, las dos Carmentas, serán compañeras más adaptadas al dios biceps, "que conoce el pasado y precede el futuro". No es sólo esto, sino que tampoco puede considerarse casual que dicho ciclo de fiestas que comienzan el 9 de enero con el agonium, que a su vez abren el nuevo año bajo el signo de Jano, estén colocadas ritualmente después de las Saturnalia, o sea, el ciclo de fiestas dedicadas al dios que Jano asume en el Lazio. Colocadas poco antes del solsticio invernal, las Saturnalia son un típico ritual de "fin de año" que tiende a clausurar el ciclo litúrgico transcurrido a través de una reactualización ritual del illud tempus primordial, y por ello mismo regenerar el tiempo nuevo. Enseguida después, hasta el 8 de enero, hay una especie de "vacaciones solsticiales" [similares en el significado ritual a las cristianas de doce días de Navidad a Epifanía], para recomenzar después el nuevo ciclo anual en el mes de Jano, Januarius, con la fiesta del dios, el agonium , y la muerte del carnero negro que, quizás, siguiendo a Georges Dumézil, es el animal especialmente dedicado a Quirimus y por ello conectado con ciertos aspectos de las iniciaciones guerreras y a los ritos de pasaje -cosa que nos podría plantear la hipótesis de que tales rituales pueden tener una colocación, como entre las tradiciones de otros pueblos indoeuropeos, en correspondencia con el solsticio de invierno, y por ello el curioso paralelismo de dos símbolos de la pax augustea, la cornucopia y el Capricornus, ambos referidos a Octaviano, el príncipe que de nuevo dio vitalidad a los antiguos rituales conexos con la diosa Juventas.

Tomado de "Il Dio Giano", Sear Edizioni, Scandiano, 1992. (web)

domingo, 25 de diciembre de 2011

domingo, 18 de diciembre de 2011

Siete!



El siete es un número francamente interesante y cargado de simbología en todas las corrientes herméticas y esotéricas, de hecho en la mayoría de los libros sagrados el siete permanece omnipresente, desde la cosmología babilónica, la mitología greco-latina, el judeo-cristianismo o las distintas corrientes espirituales de india y el oriente. Así, por ejemplo, siete son los sacramentos en el cristianismo, siete las plagas de Egipto, siete eran los brazos de la Menorá, siete son los días de la semana, siete son las peticiones del Padrenuestro, siete los ojos del cordero, siete las Iglesias de Asia o siete los espíritus del trono de Dios según el Libro de Enoc, siete son los pecados capitales, siete chackras y siete son los enanitos en cuento de Blancanieves …. Nos encontramos el siete, setenta veces siete, o lo que es lo mismo, siempre. 

En toda la mitología judeo-cristiana el siete se repite constantemente como un símbolo de perfección o de final de un ciclo. En el Génesis el mundo fue creado en siete días, y desde allí y hasta el Libro de las Revelaciones se reaparece constantemente. En el Apocalipsis, el este número se repite en su estructura y en su temática a través de su estructura septenaria. En esta estructura nos encontramos siete cartas (Carta a la Iglesia de Éfeso –Ap 2:1-7–, Carta a la Iglesia de Esmirna –Ap 2:8-11–, Carta a la Iglesia de Pérgamo –Ap 2:12-17–, Carta a la Iglesia de Tiatira –Ap 2:18-29–, Carta a la Iglesia de Sardis –Ap 3:1-6–, Carta a la Iglesia de Filadelfia –Ap 3:7-13– y Carta a la Iglesia de Laodicea –Ap 3:14-22–), siete sellos (Ap 6:1- 8:1), siete trompetas (Ap 8:6-11:15), siete cálices (Ap 16:1-21), y así sucesivamente hasta evocar las siete visiones del fin de los tiempos (Ap 19:11-22:5). No en vano en el alfabeto hebreo la séptima letra, zain, representa los valores espirituales, que son la finalidad del mundo. Así, siete es el resultado de la suma del 3 (número Divino) y el 4 (número Terreste), con lo que representa directamente la es la unión de lo divino y lo humano, de lo espiritual y lo terrenal. Siete representa el equilibrio necesario que debe existir dentro del hombre completo. 

En la ilustración que encabeza este post presentamos una estrella de siete puntas, cuyo significado alquímico abordaremos próximamente.

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