Se piensa que la alquimia se originó en el antiguo Egipto , y que formó parte del saber esotérico de los griegos, los árabes, los indios y los chinos. El primer texto alquímico que apareció en la Europa occidental fue una traducción al latín del siglo XII por un inglés, Robert de Chester, de la obra árabe El libro de la composición alquímica. La teoría que sustenta la practica alquímica procede de la antigua visión del mundo en que la totalidad de la realidad, incluida la humanidad, fue creada a partir de una materia prima no física, el elemento mágico universal, que adquiere la forma de tierra, fuego , aire y agua. Dado que cada uno de éstos puede transformarse el uno al otro, existiría una relación entre todos ellos y en el cambio en sí mismo.
Los antiguos alquimistas iban detrás del anima solis, el “alma del Sol”, una sustancia de coloración profunda que suponían podía extraerse del oro y que en ella residían todas las cualidades nobles de éste, en particular su color amarillo. Para aislarlo empleaban distintos procedimientos y reacciones químicas, al final de la cuál, si el experimento tenía éxito, obtenían un metal o un polvo blancos. La sustancia separada (un pigmento) podría transmutar la plata en oro (aunque más correctamente sería, teñir la plata en oro). Esta transmutación no era comparable a la que podía obtenerse por medio de la piedra filosofal (lapis philosophorum), la cuál podía convertir en oro grandes cantidades de metales innobles. Su obtención encierra más elementos filosóficos que prácticos, al punto de que se suponía que sólo podía realizarse con la ayuda de Dios, o con la ayuda del Diablo.
En su búsqueda los alquimistas griegos, árabes, franceses y germanos descubrieron varios nuevos elementos químicos, algunas sustancias curativas, y también, dieron trabajo a una comunidad de sepultureros, ocupados en preparar los cadáveres de aquellos que murieron probando los resultados de sus experimentaciones en ellos mismos. Pues suponían que si el espíritu de la piedra, o el anima solis de la sustancia eran capaces de transmutar la materia, de igual manera serían capaces de transformar al individuo y acercarlo más a la divinidad. Irónicamente, ésto último era cierto, aunque de una manera trágica. La idea de un polvo transmutador (xerion) llevada por los árabes, derivo en el al-iksir y posterior elixir latino, que es sinónimo de la piedra filosofal.
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