lunes, 2 de febrero de 2015

Prim y Lincoln



El general Juan Prim tuvo la oportunidad de entrevistarse con Abraham Lincoln en la Casa Blanca tres años antes de que el presidente norteamericano fuera asesinado, el 14 de abril de 1865, en el teatro Ford de Washington. El encuentro entre el militar español y Lincoln se produjo en plena campaña de la Guerra de Secesión el 5 de junio de 1862, según los documentos que se reproducen en estas páginas. La investigación de El Confidencial aporta más luz a una controversia que se ha mantenido durante años sobre si el héroe de Castillejos llegó reunirse con el primer mandatario estadounidense.

Estos días se celebra en España el 200 aniversario del nacimiento de Prim, en la madrugada del 6 de diciembre de 1814, a los pocos meses de concluir la Guerra de la Independencia y el advenimiento del absolutismo de Fernando VII. Prim fue un soldado catalán, nacido en Reus, que por sus hazañas militares llegó a ser general, marqués y conde; que se convirtió en una leyenda a raíz de sus proezas en el campo de batalla en la guerra de Marruecos; que representó al pueblo catalán en el Congreso de los Diputados y en el Senado; que alcanzó la Presidencia del Gobierno en representación del Partido Progresista; y que destronó a la reina Isabel II para colocar a otro monarca, Amadeo de Saboya.

Finalmente, como también le sucedió a Lincoln, Prim fue asesinado como consecuencia de un complot político, auspiciado por el general Serrano y Antonio María de Orleans, duque de Montpensier, como se refleja en el sumario judicial al que ha tenido acceso El Confidencial. El duque era el esposo de Luisa Fernanda de Borbón y padre de María de las Mercedes, la primera esposa del rey Alfonso XII. Prim fue acribillado a trabucazos en la calle del Turco, actual Marqués de Cubas, de Madrid, el 27 de diciembre de 1870. Su fallecimiento se produjo tres días después en el palacio de Buenavista en el que se convertía en el primer magnicidio de la historia de España.

La visita de Prim a Lincoln a la Casa Blanca figura en el diario cronológico de la vida del presidente norteamericano que publica la fundación ‘The Lincoln Log’ de Illinois. En la página dedicada al 5 de junio de 1862 dedica un párrafo a la visita de Prim a Washington. Señala que “el ministro español” presenta a Prim y a Milans ante el presidente Lincoln y el secretario de Estado, Seward.

Adjudican al miliar español esa categoría por su condición de “ministro plenipotenciario” en la expedición española en México, junto a ingleses y franceses, para negociar con el presidente mexicano Benito Juárez.

El brigadier Lorenzo Milans del Bosch, el ayudante de campo de Prim, también lo acompañó a México. Era el segundo miembro de una saga de generales que se perpetuó hasta el golpe de Estado del 23-F de 1981.

Dos diarios norteamericanos se hicieron eco de la presencia de Prim en Estados Unidos. El Evening Star, convertido más tarde en el Washington Star, informaba sobre la presencia de Prim en Washington: “PERSONAL. Los generales Prim y Milans, y oficiales de sus respectivos estados mayores, un número de siete u ocho, pasaron el día de ayer en esta ciudad y fueron agasajados por el ministro (embajador) de su Gobierno (España) quien, en el transcurso del día, los presentó al presidente y al secretario de Estado. Oímos que salieron de Washington esta mañana para una visita al fuerte Monroe”.

Otro diario, The National Republican, publicaba el mismo 5 de junio la siguiente nota: “El general Prim, que comandó las fuerzas españolas en México, llegó anoche y recibirá muchas atenciones aquí”.

El héroe de la guerra de África, sin duda alguna, pudo reunirse con Lincoln porque los colaboradores del presidente le informaron de sus hazañas militares y porque siempre se había manifestado a favor de la causa del Norte. Pero Lincoln desconocía que Prim en su época de gobernador en Puerto Rico había promulgado un Código Negro contra los indígenas de la isla que pasaban por una situación semiesclavista.

Prim inició su viaje a Estados Unidos tras decidir, conjuntamente con Inglaterra, la retirada de sus tropas de México donde dirigía, como ministro plenipotenciario, la expedición española en tierras aztecas dentro de una coalición con ingleses y franceses, lo que provocó duras críticas en Madrid y en la corte parisina de Napoleón III.

Prim y el contingente militar español se trasladaron desde Veracruz, en la costa del Atlántico, a La Habana. Desde la capital de Cuba, entonces colonia española, partió hacia Nueva York el 25 de mayo a bordo del buque de guerra Don Antonio Ulloa. Este vapor con casco de madera estaba asignado por la Marina española a la guarnición de La Habana y era el mismo barco que había zarpado de Alicante, el 24 de noviembre de 1861, para trasladar al general y su cuartel general a Veracruz.

Los planes de Prim en su viaje a tierras norteamericanas eran estar de regreso en Madrid a finales de julio para poderse trasladar al balneario de Panticosa. Así se lo comunicó por carta a su madre. (Pere Anguera. “El general Prim. Biografía de un conspirador”. 2003).

Una vez en Estados Unidos, el general dejó a su mujer, la mexicana Francisca Agüero, y a su hija de corta edad en Nueva York y partió hacia Washington, la capital federal. Prim no viajó sólo. Como reseñan los documentos consultados por El Confidencial (“General McClellan and the Army of the Potomac”, obra de Prim que fue publicada en inglés en Nueva York en 1864) el general fue acompañado en todo momento por un amplio séquito. Estaba formado por el brigadier Milans del Bosch; por su ayudante, Carlos Detendre; por el coronel Cortazar de la armada de Cuba; por el periodista Juan Pérez Calvo, que había publicado el artículo “Siete días en el campamento de África al lado del general Prim, en febrero de 1860”; por Santos San Miguel y Francisco Salas.

El propio Prim en su libro en inglés señalaba que en Washington le esperaba el embajador español, el poeta sevillano Gabriel García Tassara, que le presentó al secretario de Estado William H. Seward, que había sido senador y gobernador de Nueva York y era un furibundo antiesclavista. A Seward después también lo intentaron asesinar, sin éxito, la noche que mataron al presidente Lincoln.

Según el héroe de Castillejos, en el último párrafo de la página 11 de su extenso artículo, Seward le concedió el honor de presentarte a él y a sus oficiales al presidente norteamericano.

Prim escribió lo siguiente: “Llegué a la Casa Blanca, el primer punto de parada de la Armada del Potomac, y como era un lugar para recolectar tropas y armamento de guerra, la actividad era más grande que los movimientos ordinarios de la mayoría de los puertos comerciales de Europa. El jefe del puesto militar, tan pronto como se enteró que había llegado un general español, vino a visitarme y con una gran educación me ofreció sus servicios, por su deber de honor militar aunque remarcó su obediencia y lealtad a sus superiores americanos. Al día siguiente, visité el campamento de la división que dirigía esta inmensa estación militar que estaba situada a unas pocas millas de Richmond".

Por otra parte, el general McClellan relata en su escrito “The Army of The Potomac”, publicado en 1864 en Nueva York, que Prim abandonó la zona de guerra el 10 de junio de 1862 y se dirigió a Washington. McClellan era el comandante general de las tropas de la Unión, con quien Prim permaneció varios días en el frente militar junto al río Potomac, muy cerca de la capital federal, y con quien entablaría una estrecha amistad.

El historiador J.M. Miquel y Vergés, en la página 327 de su libro “El general Prim en España y en México” (1949) comenta que Prim se trasladó a Estados Unidos y visitó al ejército del Norte “asistiendo a las maniobras militares de aquella República”. Miquel y Vergés utiliza el término “maniobras” más como un sinónimo de acciones militares, ya que Estados Unidos estaba en plena guerra con el ejército Confederal.

En la edición del periódico español El Museo Universal del 13 de julio de 1862, en la página 1, en una breve nota se puede leer: “El general Prim pasó revista en los Estados Unidos a todo el ejército federal bajo las órdenes de McClellan y presenció una ligera escaramuza”.

Prim aprovechó también su viaje a Estados Unidos para visitar diversos estados de la Unión. En Filadelfia visitó un centro penitenciario que le sorprendió por el gran nivel de seguridad y sanitario.

Prim y la comitiva española seguían con la intención de regresar a la Península en julio de 1862. Al menos así lo publicaba en Madrid La Correspondencia de España, consultada por El Confidencial, en su edición del 14 de junio de 1862: “El general Prim, según noticias de personas con él relacionadas, llegará a Madrid el 1º de julio”.

A su regreso a Madrid, Prim se encontró con un ambiente hostil hacia su persona por su salida de México y su viaje a EEUU. Al parecer, se desplazó a Washington por su cuenta, sin órdenes de Madrid. El 27 de julio, el Gobierno lo destituyó en sus funciones de ministro plenipotenciario por la decisión de retirarse de México.

Pero la visita a la capital de Estados Unidos y sus encuentros con Lincoln, Seward y el prestigioso militar McClellan, entre otros, resultaron de mucho provecho para Prim. El general estaba convencido del gran protagonismo que iba a adoptar Estados Unidos en la esfera internacional y en la de la política exterior española, sobre todo en nuestros intereses en las colonias americanas. Washington seguía firme en sus principios de la doctrina Monroe, la de “América para los americanos”, pero se mantenía al margen del conflicto mexicano porque lidiaba en su territorio una sangrienta guerra civil.

Prim con su viaje pretendía sondear la posición norteamericana sobre la presencia de España en Cuba y Puerto Rico, que atravesaban por un proceso de desintegración que culminaría a finales de siglo. Los diplomáticos españoles y de otros países europeos en Washington, compartían la idea de que la gran batalla de España por el mantenimiento de sus residuos del Imperio en América tendría que lidiarse con EEUU. El general Prim era de la misma opinión y se preparaba para ello. Sabía que era cuestión de muy poco tiempo, el que durara la Guerra de Sucesión y la reconstrucción del país.

A su regreso a Madrid, Prim se encontró con un ambiente hostil hacia su persona por su salida de México y su viaje a EEUU. Al parecer, se desplazó a Washington por su cuenta, sin órdenes de Madrid. El 27 de julio, el Gobierno lo destituyó en sus funciones de ministro plenipotenciario por la decisión de retirarse de México.

Pero la visita a la capital de Estados Unidos y sus encuentros con Lincoln, Seward y el prestigioso militar McClellan, entre otros, resultaron de mucho provecho para Prim. El general estaba convencido del gran protagonismo que iba a adoptar Estados Unidos en la esfera internacional y en la de la política exterior española, sobre todo en nuestros intereses en las colonias americanas. Washington seguía firme en sus principios de la doctrina Monroe, la de “América para los americanos”, pero se mantenía al margen del conflicto mexicano porque lidiaba en su territorio una sangrienta guerra civil.

Prim con su viaje pretendía sondear la posición norteamericana sobre la presencia de España en Cuba y Puerto Rico, que atravesaban por un proceso de desintegración que culminaría a finales de siglo. Los diplomáticos españoles y de otros países europeos en Washington, compartían la idea de que la gran batalla de España por el mantenimiento de sus residuos del Imperio en América tendría que lidiarse con EEUU. El general Prim era de la misma opinión y se preparaba para ello. Sabía que era cuestión de muy poco tiempo, el que durara la Guerra de Sucesión y la reconstrucción del país.

Fuente: El Confidencial

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