lunes, 15 de noviembre de 2010

Prisciliano de Compostela


A principios del siglo IV llego a las costas andaluzas un eremita egipcio llamado Marcos (que por otro lado bien pudo tratarse en realidad de un mago alejandrino del siglo primero) al que se le atribuían conocimientos gnósticos y de artes mágicas. Será a través de discípulos directos del citado según cuentan, que el propio Prisciliano habría recibido buena parte de sus singulares ritos y saberes: Prisciliano enseñó que los nombres de los Patriarcas corresponden a las partes del alma, y de modo paralelo, los signos del Zodíaco se corresponden con partes del cuerpo. 

No debemos olvidar que la iglesia no sería Católica hasta el año380, cuando se convierte en oficial del Imperio y, en el noroeste peninsular, donde sus ideas se harán comunes, aun le queda un largo camino antes de lograr el monopolio del rito y del dogma, incluso dentro de sí. 

Prisciliano se define como cristiano y forma parte de esta nueva iglesia; joven y prometedora. Una vez acaba su formación en Burdeos bajo la tutela del retorico Delphidius, junto con el que funda, ya allí, una comunidad cristiana un tanto heterodoxa, regresa a su Gallaecia natal a impartir su particular corpus ideológico; no demasiado discrepante en la teoría, su sustrato y pretensiones gnósticas, que cuenta con el estudio de los evangelios apócrifos, harán inevitable el conflicto con el catolicismo. Como en el caso del catarismo; la herejía cristiana por excelencia; ambas comparten principios llegados de oriente como el dualismo -doctrina que afirma la existencia de dos principios supremos, increados, contornos, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal, por cuya acción se explica el origen y evolución del mundo; y también, en un sentido más amplio, a las doctrinas que afirman dos órdenes de ser esencialmente distintos, con más o menos radicalismo: por ejemplo, ser ideal y ser real, Dios y mundo, naturaleza y gracia (en el plano cognoscitivo razón y fe), materia y espíritu, orden físico (de la necesidad) y orden moral (de la libertad y el deber) (en el plano cognoscitivo constatación y valoración ética), conocer y querer (plano de la actividad consciente), bien y mal (plano de la actividad moral), etc. En el primer caso se trata del dualismo en el sentido más estricto y usual del término, y se puede llamar dualismo teológico, cosmogónico (relativo al origen del cosmos) o religioso; en el segundo caso se puede hablar de un dualismo filosófico o metafísico, que se opone de modo irreductible al panteísmo y el holismo- o el emanantismo -doctrina según la cual todo el mundo entero, incluso el alma de cada ser humano, proviene por emanación o flujo de la totalidad divina o Uno primordial, mediata o inmediatamente-. 

No será en cualquier caso, el fondo sino las formas; sus ritos y costumbres, las q acarrearan la excomunión y la definitiva perdición; sus proclamas decididas por el celibato o la pobreza, por la separación Iglesia-Estado, la recuperación de normas ascéticas que la Iglesia condena por ser propias de anacoretas, aun mas, su defensa de la libre y personal interpretación de las escrituras, pero sobre todo, sus prácticas de convivencia comunal y religiosa; reuniones que duraban días en las Villae Alianae, propiedad de ricos convertidos y desprendidos, lugares bendecidos por aguas curativas, donde se llevaba a cabo una peculiar eucaristía q prescindía de un edificio consagrado y del pan y el vino sustituyéndolos por leche y uvas; lugares donde, con frecuencia, se establecían comunidades estables; donde se practicaba una vida recogida y de reflexiva laboriosidad y que se convertirían en el germen de la institución monacal en occidente. 

En realidad, como siempre, la ruina que conllevan las ideas guarda relación directa con su éxito; y las de Prisciliano alcanzaron gran popularidad; especialmente entre las clases más desfavorecidas; el pueblo vasto y llano; entre las mujeres sin duda, a las que igualaba en práctica y dones con el hombre; entre también, muchos de sus compañeros de Iglesia, sacerdotes e incluso obispos que le guardaron y defendieron; pasando de perseguido a protegido según se sucedían los emperadores en Roma. 

Finalmente tras huir del Concilio de Burdeos, nuevamente excomulgado, se dirigirá a Tréveris en busca de la gracia del Emperador, ignorante de que allí, sus enemigos tienen ya todo dispuesto para su condena y posterior decapitación bajo cargos de brujería; en el año 385; el primer hereje ajusticiado, por un gobierno secular, en nombre de la iglesia católica. De la importancia histórica del personaje; de la gran difusión de sus ideas; de la división q crearon dentro del incipiente cristianismo, en especial del noroeste peninsular, da buena prueba no solo su ejecución sino también las numerosos pronunciamientos de condena emitidos por la iglesia en vida y hasta mucho después de su muerte; los 8 cánones del Sínodo de Zaragoza, donde sin hacer referencia directa, se condenan practicas claramente priscilianistas, la “Regula fidei contra omnes hereses, máxima contra Priscillianistas” del Papa Inocencio I, o la definición como “lacra priscilianista” la práctica de no cortarse el pelo por parte del clero gallego contenida en el IV Concilio de Toledo, 3 siglos después de su muerte. 

En el año 813 un ermitaño llamado Payo comunica a Teodomiro, obispo de Iria Flavia, que en el bosque de su diócesis llamado Libredón se ven unas luces extrañas. El obispo referirá después al rey Alfonso II el Casto que buscando el origen de las luces halló un sepulcro, que no duda en atribuir inmediatamente al apóstol Santiago. La noticia se hace oficial con el Papa León III.

En el año 1900 el hagiógrafo Louis Duchesne publica en la revista de Toulouse Annales du Midí un artículo bajo el título « Saint Jacques en Galice » en el que sugiere que el que realmente está enterrado en Compostela es Prisciliano, basándose en el viaje que sus discípulos hicieron con los restos mortales del hereje hasta su tierra natal. Posteriormente Sánchez-Albornoz y Unamuno se hacen eco de esta hipótesis que ha pasado a convertirse en una hipótesis muy popular, alternativa a la tradición cristiana. Vemos aquí el latido de un subconsciente popular; de un corazón pagano escondido, quien sabe si atrapado, bajo las piedras de la Iglesia. 

“Quiero desatar y quiero ser desatado. 
Quiero salvar y quiero ser salvado. 
Quiero ser engendrado. 
Quiero cantar; cantad todos. 
Quiero llorar: golpead vuestros pechos. 
Quiero adornar y quiero ser adornado. 
Soy lámpara para ti, que me ves. 
Soy puerta para ti, que llamas a ella. 
Tú ves lo que hago. 
No lo menciones: La palabra engañó a todos, pero yo no fui completamente engañado. “

(Prisciliano)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen articulo

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