domingo, 17 de marzo de 2013

La Rosa Blanca




Muchas han sido las ocasiones en las que la Historia nos ha mostrado momentos en el que personas anónimas han emprendido revoluciones ciudadanas con el fin de cambiar y mejorar las cosas de su país.

Hechos como el ‘mayo del 68 francés’ o más recientemente la ‘primavera árabe’ son claros ejemplos de esos movimientos organizados y protagonizados en su mayoría por jóvenes estudiantes que no estaban de acuerdo con cómo se estaba haciendo las cosas desde arriba y que salieron a la calle para protestar e intentar cambiarlas.


Parece algo impensable por la represión tan atroz que hubo contra todo aquel que no fuese fiel a las ideas del régimen pero, durante el tiempo de la Alemania nazi, también existieron grupos de jóvenes estudiantes que intentaron cambiar las cosas, organizándose para acabar con los estragos que Hitler y el nazismo estaban haciendo en el país.

Fue en junio de 1942, en el que cinco jóvenes cristianos decidieron crear un grupo de oposición llamado ‘La Rosa Blanca’ con el que pretendían, a través de protestas cívicas y pacíficas, acabar con el régimen totalitario de Adolf Hitler, quien había llevado a Alemania a una guerra mundial y estaba cometiendo un genocidio, acabando con la vida de todo aquel que no pensaba como él y era de su raza o religión.


Los hermanos Hans y Sophie Scholl quizás fueron dos de sus integrantes más destacados, pero no podemos olvidarnos de otros componentes, llamados Christoph Probst, Alexander Schmorell y Willi Graf, junto al profesor de la Universidad de Múnich Kurt Huber, quien les dio todo el apoyo en su lucha pacífica por cambiar el gobierno y hacer entrar en razón a los millones de alemanes que apoyaban al nazismo.

Tenían muy claro que la revolución debía comenzar por los propios estudiantes y compañeros de facultad, de ahí que gran parte de su lucha y campaña la llevasen a cabo desde la universidad.
Durante ocho meses estuvieron muy activos, imprimiendo folletos que repartían entre los estudiantes o realizaban pintadas furtivas en los muros a horas intempestivas. Una lucha social que aunque contaba con numerosos apoyos, éstos se mantenían a la sombra ante el miedo que sentía la gente hacia las represiones que pudieran padecer por parte de los miembros de la Gestapo.

Los cinco jóvenes se reunían clandestinamente y escribían con una máquina las consignas en contra del nacionalsocialismo y en los que exigían el final de la absurda guerra y acabar con la deportación de judíos. Después realizaban las copias que se convertían en los panfletos que distribuirían entre los estudiantes universitarios e incluso que enviaban por correo postal, de forma anónima, al domicilio particular de miles de ciudadanos.

En ellos denunciaban todas las atrocidades que se estaban cometiendo desde el gobierno, tanto en Alemania como en la guerra y los países ocupados. Se pedía a los trabajadores de las fábricas de armamento sabotear la cadena de producción, así como boicotear a los medios de comunicación nazis y los actos públicos.

Pero el 18 de febrero de 1943 fue una fecha fatídica para los planes de los componentes de La Rosa Blanca. Mientras se encontraban dejando panfletos subversivos en la Universidad de Múnich, Sophie y Hans Scholl fueron interceptados por un bedel que pertenecía al partido nazi y que, tras retenerlos, dio aviso a los miembros de la Gestapo.


Los jóvenes fueron detenidos y, tras horas de torturas, se decidió realizar un juicio rápido en la Corte Popular de Alemania, siendo condenados a morir en la guillotina, una ejecución que tuvo lugar el día 22 de aquel mismo mes.

El resto de compañeros, junto al profesor Huber, fueron detenidos posteriormente, teniendo el mismo destino. Recientemente se ha conmemorado el 70 aniversario de estos trágicos sucesos.

Muchos son los homenajes y monumentos que se han hecho en memoria y honor de estos jóvenes valientes que se organizaron y lucharon para acabar pacíficamente con el nazismo. Con la caída de la Alemania Nazi, la Rosa Blanca pasó a representar la oposición a la tiranía en la psique alemana, al no haber tenido interés en un poder personal o su engrandecimiento. Su historia se hizo tan conocida que el compositor Carl Orff declaró a sus interrogadores aliados que fue un miembro fundador de la Rosa Blanca, siendo por ello liberado. La plaza en que se localiza el vestíbulo central de la Universidad de Múnich ha sido rebautizada "Geschwister-Scholl-Platz" (Plaza de los hermanos Scholl), en recuerdo de Hans y Sophie Scholl, y la plaza contigua, “Professor-Huber-Platz." Varios colegios, calles, y lugares en toda Alemania recibieron nombres en memoria de los miembros de la Rosa Blanca. En la ciudad de Hamburgo, en la que hubo una importante célula de la Rosa Blanca, llamada también la Rosa Blanca de Hamburgo, existe en su honor una calle, Geschwister Scholl Straße, en la que se encuentra una antigua celda de castigo.

fuente: Alfred López - Cuaderno de Historias / Wikipedia



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