jueves, 27 de noviembre de 2014

Ajedrez



El ajedrez, ese juego que muchas veces se califica de deporte, aunque en realidad ‘sólo’ se trata de un juego de mesa. Otros juegos de mesa como las cartas o los dados se asocian históricamente al exceso de bebida, las apuestas de grandes cantidades de dinero y las consecuentes peleas de bar. Pero el ajedrez es distinto. No es un juego que históricamente se haya encontrado en las tabernas, sino que ha sido el juego con el que la nobleza soñaba desde sus grandes habitaciones de palacios con el dominio de todas las clases sociales de la ciudad. De todos modos este juego de guerra stá considerado por el Comité Olímpico Internacional como un deporte, y las competiciones internacionales están reguladas por la FIDE. Se realizan muchos torneos de ajedrez, siendo uno de los más importantes las Olimpíadas de ajedrez. Estos torneos de ajedrez suelen ser jugados dentro de un local cubierto, ya que no es posible jugar bajo la lluvia y/o viento, por incomodidad para los jugadores y debido a que la intensidad de la lluvia o viento pudiera desplazar o tirar piezas del tablero o afectar el agua al mecanismo de los relojes, siendo la razón principal de que en partidas oficiales, dependiendo cual sea el ritmo de juego, es totalmente obligatorio para los jugadores anotar con tinta de bolígrafo o pluma estilográfica las jugadas de la partida en una planilla de ajedrez y firmar esta ambos jugadores el resultado al término de la partida, entregando después cada jugador su planilla o copia al árbitro o delegado. La planilla de ajedrez, siendo de soporte en papel se desharía al empaparse de agua, no pudiéndose cumplir con este requisito de anotación de jugadas y firma, ni entrega de ésta. Debido a esta cuestión y según el número de jugadores, estos torneos se realizan dentro de un club de ajedrez y, si su capacidad es sobrepasada, dentro de una sala adaptada o de un recinto deportivo.

Normalmente una partida de ajedrez se gana bien por jaque mate, bien porque el contrario sepa que va a recibir inexorablemente jaque mate, y, por ello, abandona.

Sin embargo, ganar una partida muchas veces no implica intentar dar mate al rey enemigo. Entre jugadores fuertes, basta en muchas ocasiones con pequeñas consideraciones inapreciables para un aficionado para estar seguros de la victoria. Se consideran posiciones ganadoras aquéllas en las que se puede demostrar que un bando gana con juego perfecto. Muchas de estas posiciones distan mucho del mate. Un ejemplo muy simple sería el siguiente: si eliminamos la dama (o cualquier otra pieza) de uno de los jugadores antes de empezar la partida, es seguro que con juego perfecto el bando que tiene la pieza extra tiene posición ganadora. Llevar la partida hasta jaque mate, sin embargo, puede requerir decenas de jugadas.

Por tanto, podemos concluir que el objetivo de un jugador, mucho antes que dar jaque mate, es alcanzar una posición ganadora. Esto puede conseguirse de muchos modos. Los más frecuentes pueden englobarse en unas cuantas clases, caracterizadas por el tipo de ventaja que posee el bando fuerte:

a) Ganar material sin compensación (de largo el más habitual).
b) Conseguir un ataque directo contra el rey.
c) Conseguir ventajas posicionales sustanciales como la destrucción de la coordinación de los peones o piezas enemigos, debilitación de la posición del rey contrario, dejar al contrario con piezas muy limitadas en movilidad, etc. Estas ventajas se deberán convertir más adelante en alguna de las dos ventajas anteriores.

Entre jugadores novatos, las ventajas surgen espontáneamente por graves errores, tales como colocar un trebejo en una casilla en donde puede ser capturado, o llevar el rey a una posición fácilmente atacable. Pero entre jugadores más avanzados, las ventajas sólo pueden conseguirse de forma mucho más sutil. Los procedimientos que se han ido desarrollando para conseguir ventaja se han englobado en dos grandes tipos: procedimientos tácticos y procedimientos estratégicos.

Por tanto, todo jugador avanzado sabe que no basta conocer los elementos básicos del juego (tablero, trebejos y reglas), sino que es necesario conocer y aplicar correctamente las tácticas y estrategias ajedrecísticas.

Se entiende por táctica ajedrecística, al conjunto de procedimientos, generalmente implicando una o unas pocas jugadas, por las que un jugador intenta ejecutar en el tablero una idea sencilla. El objetivo de una maniobra táctica es obtener algún tipo de ventaja, entre las cuales la más característica es ganar material.

Por la forma en la que se mueven las piezas, surgen maniobras tácticas características. Por ejemplo, el caballo es capaz de atacar dos casillas alejadas entre sí y sin que importe el que haya muchas piezas alrededor. Eso favorece el que esa pieza pueda realizar con frecuencia ataques dobles (llamados también horquillas). Como su nombre indica, un ataque doble es aquél en el que se ataca a la vez dos piezas, de forma que una de ellas será necesariamente capturada. Otro ejemplo es la maniobra conocida como clavada en donde se ataca cierta pieza por una fila o diagonal y resulta que ésta no puede retirarse ("está clavada"), dado que si lo hace, otra pieza más valiosa que se encuentra tras la pieza atacada en esa fila o diagonal quedaría amenazada. También existe la desviación, en la que una pieza es obligada a abandonar su lugar, en el que ejercía una tarea defensiva. Existen muchas otras maniobras típicas semejantes, que se producen muy frecuentemente y con las que todos los jugadores se familiarizan pronto. Algunas de las maniobras características más importantes se detallan en el artículo sobre tácticas.

Un tipo particular de maniobra táctica se conoce como combinación en donde uno de los bandos, muchas veces sacrificando material, fuerza al otro a realizar una serie de jugadas so pena de perder la partida. El objetivo de una combinación es obtener a cambio del material sacrificado ventajas más importantes, tales como el jaque mate, o bien recuperar con creces el material más adelante. Algunas combinaciones requieren de un alto grado de originalidad y fantasía, por lo que son uno de los aspectos más espectaculares del ajedrez. Por ello, algunos jugadores, y muy especialmente el ex campeón mundial Mikhail Tal, se han hecho famosos principalmente por su capacidad de realizar combinaciones inesperadas y tremendamente complicadas.

Se conoce como estrategia ajedrecística al conjunto de planes que realiza un jugador en una partida a medio o largo plazo. Las decisiones estratégicas pueden influir en el futuro de una partida durante muchas jugadas, o incluso en su totalidad.

Un ejemplo típico de decisión estratégica es la de eliminar piezas con el fin de alcanzar un final de partida. Esto puede ser ventajoso en diversas ocasiones. Por ejemplo, si se tiene ventaja material, dicha ventaja suele ser más fácil de explotar cuanto menos piezas existan. Por otro lado, si el contrario tiene la iniciativa o incluso un fuerte ataque, cambiar piezas puede también contribuir a que dicha iniciativa o ataque se disipe. La decisión estratégica de gran alcance debo cambiar piezas debe entonces llevarse a la práctica por medios concretos, tácticos.

En la estrategia ajedrecística se suelen definir dos tipos distintos de elementos. Por una parte, están los elementos estáticos, que influyen en la partida durante largos períodos. Por otro lado, están los elementos dinámicos, que influyen durante un periodo más breve. A menudo, las decisiones estratégicas consisten en elegir cuál entre todos los elementos es el más importante. Por ejemplo, a menudo es posible al principio de la apertura conseguir capturar un peón a cambio de un considerable retraso en el desarrollo de las piezas. La pregunta es cuándo la ventaja estática que supone el disponer de más material se verá compensada por la ventaja dinámica que confiere el tener un mejor desarrollo. Esta comparación entre ambas ventajas será lo que hará que un jugador se arriesgue o no a realizar la maniobra de captura.

Un concepto fundamental dentro de la estrategia ajedrecística es la formulación de un plan de juego en donde el jugador establece lo que desea obtener de una posición. Es en la ejecución del plan de juego, es decir, el paso de las ideas estratégicas generales a la ejecución táctica, donde surge el conflicto entre ambos jugadores.

A las decisiones estratégicas se las llama también decisiones posicionales, y al juego que se desarrolla sin obvios motivos tácticos, de forma lenta y progresiva, se le suele llamar juego posicional. Los jugadores también se suelen calificar como posicionales o tácticos, según cuál sea su punto más fuerte.

Para jugadores poco avanzados, la partida es simplemente una sucesión de episodios tácticos, a menudo no relacionados entre sí. Las partidas parecen ganarse o perderse casi por azar, por ejemplo al "hacer una mala jugada" que pierde material. Al avanzar en el juego, sin embargo, los jugadores adquieren un control tal que los errores más graves van desapareciendo. A partir de entonces, el juego a menudo se define a favor de quien posee una mejor comprensión de cómo jugar una determinada posición, un mayor entendimiento estratégico.

En general, puede decirse que la táctica es lo más importante para ser un jugador fuerte, dado que el cálculo de variantes concretas sin excesivos errores es esencial para poder jugar a un alto nivel. Sin embargo, la inmensa mayoría de posiciones de ajedrez son tan complicadas que el simple cálculo no basta para orientarse y por tanto, se debe recurrir en muchas ocasiones a evaluar las opciones existentes mediante una visión global de cómo va a desarrollarse la partida a medio-largo plazo. Normalmente un jugador que es muy fuerte estratégicamente y más débil tácticamente usará con frecuencia su intuición en sus decisiones. Los jugadores muy avanzados son capaces de desarrollar una intuición ajedrecística que les permite descartar rápidamente las jugadas erróneas sin apenas calcular.

Por tanto, un gran jugador será aquél que obtenga un buen equilibrio entre táctica y estrategia. Aun así, cada jugador tiene puntos fuertes y débiles. Incluso entre los campeones mundiales pueden señalarse algunos que poseían sobre todo una acertadísima y original visión posicional (José Raúl Capablanca, Alexander Alekhine, Mikhail Botvinnik, Tigran Petrosian, Anatoly Karpov) y los que destacaron sobre todo por su extraordinaria capacidad táctica (Emanuel Lasker, Alexander Alekhine, Mikhail Tal).

Para hacer un poco de historia, debemos señalar que en nuestro continente este juego/deporte irrumpe durante la Baja Edad Media, gracias a la influencia árabe, el ajedrez pasa a formar parte de la vida de la aristocracia de toda Europa. El juego comienza a aparecer representado en multitud de objetos valiosos de reyes, condes, marqueses y demás miembros de la aristocracia. La asociación entre ajedrez y nobleza es tal que algunos ricos comerciantes intentan acercarse a la nobleza pintando en su cámara nupcial un tablero de ajedrez, tal y como se cuenta en el cuento medieval francés La Châtelaine de Vergy.

Ya a comienzos del siglo XIV, el monje dominico Jacobo de Cessolis publicó De ludo scachorum or Libellus de moribus hominum et officiis nobilium ac popularium super ludo scachorum. En este escrito, comúnmente conocido como Ludus scacchórum hablaba de la invención del ajedrez, su historia, e incluso fue un poco más allá, realizando un gran símil entre el juego y la sociedad medieval. Para Jacobo de Cessolis, el tablero de ajedrez representaba una ciudad medieval cualquiera, donde cada ficha se corresponde con una clase social, siendo sus movimientos una representación de sus vicios y virtudes.

La historia que contenía el tratado, más que historia contrastada consistía en una mitología creada por Jacobo de Cessolis en torno al juego del ajedrez. En él cuenta cómo el ajedrez fue inventado por un astuto filósofo sumerio como forma didáctica de corregir cruel hijo de Nabucodonosor, Evilmerodach, sin mostrar directamente sus intenciones y hacer peligrar su propia vida. Siguiendo lo escrito por él mismo en su libro, Jacobo de Cessolis utilizó el ajedrez en sus sermones para enseñar moralidad y ética.

El origen real del ajedrez, tal y como se conoce a día de hoy, tiene su origen en la India (Chaturanga) en torno al siglo VI.  De ahí, a través de Persia (Shatranj) se difundió hacia occidente. En ese viaje, el ajedrez sufrió muchas modificaciones sustanciales en su forma, adaptándose a las costumbres y cultura de cada uno de los países. Algunas piezas consiguieron mantener su forma original, como es el caso del Rey, el Caballo y los Peones, aunque otros sufrieron transformaciones sustanciales. El árabe Ualfil, que originalmente representaba al elefante, se adaptó a la sociedad europea como el Alfil, representando al obispo, e incluso tomando su nombre en algunos países como Inglaterra (Bishop). Por su parte, el árabe Fers, que solía representar al visir, el comandante del rey, cambió de sexo a su llegada a Europa, convirtiéndose en la Reina.

Tanto la Reina como el Alfil, representan personajes clave de la sociedad europea de la edad media, aunque si introducción no fue inmediata. En el ajedrez de Carlomagno, considerado uno de los más hermosos conjuntos de piezas de la edad media y destruido durante la Revolución Francesa, aparece representada la reina, pero en el lugar del alfil aún aparece el elefante. Esto se cree que es a causa de que este juego de piezas fue elaborado en el sur de Italia, una de las zonas de Europa de mayor influencia árabe.

Pero no todos los cambios que se intentaron introducir a su llegada a Europa, tuvieron tanto éxito como en el caso de la Reina y el Alfil. Tal y como se muestra en Ludus scacchórum, los peones, que originalmente representaban a soldados de infantería en las batallas, intentaron cambiarse en los monasterios por los ciudadanos típicos de cualquier urbe de la edad media. De este modo, representarían un agricultor, un herrero, un tejedor, un comerciante, un doctor, un posadero, un guardián y un mensajero. Además también se intentó introducir el movimiento lateral para dar más jugabilidad al ajedrez, aunque todos estos cambios cayeron en el olvido.

La popularización del ajedrez más allá del clero y la realeza fue progresiva, desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII. Grandes hombres de ciencia dedicaron parte de su tiempo a este apasionante juego, como Isaac Newton o mi admirado Benjamin Franklin. A finales del siglo XVIII, en tiempos de la revolución francesa, podemos encontrar documentos históricos que narran cómo Robespierre y Voltarie jugaban al ajedrez en el Café de la Regencé junto a otros muchos revolucionarios.

Con la llegada del siglo XIX, los grandes intelectuales se convirtieron en los grandes jugadores de ajedrez, relegando en a la realeza y al clero a ser unos de muchos jugadores de todas las clases sociales, siendo uno de los juegos de mesa mas universales que existen hoy en día, practicados por todas las clases sociales, independientemente de su situación económica.

Fuentes:

Wikipedia
Recuerdos de Pandora

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