El insigne escritor Cesar Vidal nos revelaba en la Razón la verdadera historia de Jack el Destripardor ... y por supuesto ... es justificada en base a la consabida conspiración que tanto apasiona al literato. Sin embargo como buen documentarista debería conocer el libro "Jack el Destripador: la solución final" de Stephen Kinght, la novela gráfica de Alan Moore y Eddie Campbell (Desde el Infierno) o la película de 2001 dirigda por los hermanos Hughe y protagonizado por un inconmensurable Johnny Depp, donde se plantea la ficción que el pretende hacer realidad, donde Sir William Withey Gull, medico y doctor honoris causa por las universidades de Oxford, Cambridge y Edimburgo en reconocimiento de su valía como profesional.
Sin embargo, el Dr. Gull era también masón, y aunque cuesta concebir una carrera profesional más distinguida que la de este facultativo. Sin embargo, tales méritos no evitaron que con el correr del tiempo se propalase la versión de que el insigne galeno habría llevado una segunda existencia mucho más tenebrosa, puesto que bajo su tan digna apariencia se escondía el peor asesino serial británico de postrimerías del Siglo XIX: Jack el Destripador.
Como se ha dicho, la irrupción de Gull a ese papel se debió a la obra del periodista y escritor Stephen Knight. Según esta historia, las cinco meretrices víctimas del Destripador intentaban chantajear a la Corona inglesa al conocer el casamiento semiclandestino del Príncipe Albert Víctor, Duque de Clarence (también conocido como Alberto Víctor de Windsor) con una modesta empleada de comercio de nombre Annie Crook quien tuvo una hija del futuro Rey.
A tales efectos, se verificaría una conspiración que involucró a prominentes miembros del imperio (en especial, algunos vinculados a la masonería), y al médico oficial de la Casa Real le tocaría cumplir el encargo de exterminar a las chantajistas conjuradas. A efectos de concretar con éxito tan abominable faena el eminente cirujano contaría con el auxilio prestado por dos cómplices, a saber: el cochero de carruajes John Charles Netley y el afamado pintor impresionista Walter Richard Sickert.
La obra de Knight resultó muy impactante y mediática pero fue casi unánimemente rechazada por los estudiosos del caso debido a su notoria ausencia de pruebas. Entre las críticas negativas que ha merecido esta conjetura se sostuvo: "La historia de Knight se derrumba a cada paso. Los francmasones no usan la frase 'los judíos' para referirse a Jubela, Jubelo, Jubelum... Knight no explica cómo se enteraron las cinco prostitutas asesinadas del matrimonio del Duque de Clarence ni porqué Gull pudo haber decidido que ellas debían ser castigadas como francmasones que han revelado secretos de la masonería...".
En cuanto a sus posibles móviles para convertirse en el asesino, comentando el libro de Stephen Knight se ha señalado: "Las dos grandes pasiones en la vida del Dr. Gull eran la monarquía británica y la orden masónica, y quienes lo conocían a fondo sabían que haría todo cuanto fuere preciso en salvaguarda de esas instituciones. Con la ayuda de un cochero de carruajes llamado John Netley, quien otrora se había encargado de trasladar al Príncipe Eddie, pondría manos a la obra en su labor finiquitadota. ¿El móvil de Gull el Destripador? Su creciente insanía producto de un accidente cerebral sufrido el anterior año de 1887, el cual le generaría alucinaciones tan graves como para hacerle creer que al mutilar ritualmente a aquellas que veía como enemigas estaba cumpliendo con su ineludible deber como estricto masón..."
A pesar de que la hipótesis de la conspiración no superó las furibundas críticas lanzadas por los especialistas de aquellos crímenes victorianos dio origen, en cambio, a muy abundante literatura de ficción ulterior a ese ensayo en la cual se repetirá básicamente la versión con ligeros agregados y variantes.
El único detalle que se le pasó a todos es que el Dr Gull había sufrido un ataque cardíaco y cerebral meses antes de comenzar los crímenes de Whitechapel.
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