La Santa Compaña es en parte de la mitología popular gallega que se pierde en la noche de los tiempos. Esta leyenda es omnipresente en todo el territorio del antiguo Reino de Galicia y el conínuum cultural astur-galaco). Esta consiste en una procesión de muertos o ánimas en pena que por la noche (a partir de las doce) recorren errantes los caminos de una parroquia. Su misión es visitar todas aquellas casas en las que en breve habrá una defunción. La tradición popular dice que la Santa Compaña se aparece en los cruces de caminos (generalmente en la noche de Todos los Santos y en la noche de San Juan) para pedir el alma de quien pronto dejará el mundo de los vivos y cuentan que quien recibe la visita de la Santa Compaña morirá antes de un año. Este un mito de procedencia indoeuropea, posteriormente cristianizado, que parece proceder etimológicamente de “hostis antiquus”, que sería un ejército o multitud de almas, de carácter maligno, o “hueste antigua = ejército de diablos”. De hecho, en las viejas mitologías de esta área indoeuropea, hallamos divinidades como Votan, que conduce un ejército de almas.
En el "Diccionario de los seres míticos gallegos" se dice que La Santa Compaña es una procesión que se organiza tras una misa por las Animas que se celebra de noche en la iglesia parroquial, los domingos por la tarde, a la que asisten las ánimas de los finados de la parroquia que están penando en el Purgatorio. Esta misa es oficiada por el ánima de un antiguo clérigo en la parroquia, puede que ni recordado por los vivos.
La principal condición para que pueda celebrarse esta misa es que asista a ella un vivo, pues si no no tiene validez. Al finalizar la ceremonia, las ánimas desaparecen como por arte de encanto para formar la Compaña que recorrerá los caminos.
Aunque el aspecto de la Santa Compaña varía según la tradición de diferentes zonas, la más extendida es la formada por una comitiva de almas en pena, vestidos con túnicas blancas con capucha o con sudarios y descalzos, que vagan durante la noche. Esta procesión fantasmal forma dos hileras, van envueltas en sudarios y con los pies descalzos. Cada fantasma lleva una vela encendida y su paso deja un olor a cera en el aire. Al frente de esta compañía fantasmal se encuentra un espectro mayor llamado Estadea.
La procesión iría encabezada por el vivo (mortal) portando una cruz y un caldero de agua bendita seguido por las ánimas con velas encendidas, no siempre visibles, notándose su presencia en el olor a cera y el viento que se levanta a su paso.
Esta persona viva que precede a la procesión puede ser hombre o mujer, dependiendo de si el patrón de la parroquia es un santo o una santa. También se cree que quien realiza esa "función" no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podrá reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez. Cada noche su luz será más intensa y cada día su palidez irá en aumento. No les permiten descansar ninguna noche, por lo que su salud se va debilitando hasta enfermar sin que nadie sepa las causas de tan misterioso mal. Condenados a vagar noche tras noche hasta que mueran u otro incauto sea sorprendido (al cual el que encabeza la procesión le deberá pasar la cruz que porta).
Caminan emitiendo rezos (casi siempre un rosario) cánticos fúnebres y tocando una pequeña campanilla. A su paso, cesan previamente todos los ruidos de los animales en el bosque y se escuchan unas campanas. Los perros anuncian la llegada de la Santa Compaña aullando de forma desmedida, los gatos huyen despavoridos y realmente asustados. Se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a "La Compaña". Según la tradición, tan sólo ciertos "dotados" poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla, etc.
Para librarse de esta obligación, la persona que vea pasar la Santa Compaña se debería llevar a cabo una serie de rituales para la protección que consistiría en:
- Apartarse del camino de la compaña, no mirarles y hacer como que no se les ve.
- Hacer un círculo con la estrella de Salomón y entrar en él.
- Comer algo.
- Rezar y no escuchar la voz ni el sonido de la compaña.
- Tirarse boca abajo y esperar sin moverse, aunque la compaña le pase por encima.
- Jamás tomar una vela que nos tienda algún difunto de la procesión, pues este gesto condena a formar parte de ella.
- Gestos mágicos como la "figa" o los "cuernos" pueden ser también valiosas armas para salvarse de la condena.
- En último caso, echar a correr muy rápido.
Cuenta la leyenda que la Santa Compaña no tendrá el poder de capturar el alma del mortal que se cruza con ella si éste se halla en los peldaños de algún crucero de los situados en los cruces de caminos o si porta una cruz consigo y logra esgrimirla a tiempo. Por esa razón los cruces de caminos están jalonados en Galicia de Cruceiros.
Las numerosas leyendas sobre esta compañía de difuntos en pena cuentan que se aparecen en los caminos cercanos a los camposantos en busca de algo o alguien, y que siempre aparecen con un motivo por el cual es símbolo de desastre o maldición. Los motivos por lo que esta compañía de almas errantes pueden aparecer son:
- Para reclamar el alma de alguien que morirá pronto. Cuenta la leyenda que quien recibe la visita de la Compaña morirá en el plazo de un año.
- Para reprochar a los vivos, faltas o errores cometidos. Si la falta es especialmente grave, el mortal que la ha cometido podría recibir la visita de la Compaña para que la encabece, condenado así a vagar hasta que otro mortal le reemplace.
- Para anunciar la muerte de un conocido del que presencia la procesión.
- Para cumplir una pena impuesta por alguna autoridad del más allá.
Volviendo al ejercito de almas encabezado por Votan y la tradición arraigada de las almas en Mexico es una interesante coincidencia entre antiguas tradiciones indoeuropeas y mesoamericanas, ya que el Queztzacóalt maya era conocido por los Olmecas como Votán.
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