Hijo del conde de Aquino, estudió en el monasterio de Montecasino y después en la Universidad de Nápoles. En el año 1244 tomó el hábito de la Orden de Predicadores y conoció a Alberto Magno, con quien estudiaría en Colonia. Posteriormente en 1252 ejerció como maestro de Teología en la Universidad de París, y en otras ciudades europeas como Roma, Bolonia y Nápoles. Murió en 1274 camino del segundo concilio de Lyon.
Es considerado el más importante de los filósofos escolásticos. En general sigue a Aristóteles estrechamente. Se puede analizar su pensamiento de acuerdo a dos etapas:
Primera:
De 1245-1259. En este período predominan las influencias platónicas (Avicena y Alberto Magno) y las neoplatónicas (San Agustín y el Pseudo Dionisio). Entre las obras más importantes de esta etapa podemos destacar: los comentarios a las obras de Pedro Lombardo, Boecio (sobre la trinidad), el opúsculo titulado De ente et essentia y el libro primero de la Suma contra Gentiles. La función de esta obra era servir de apoyo a los predicadores que tenían que discutir con judíos y musulmanes, valiéndose de argumentos racionales y filosóficos sin tener que basarse sólo en la fe.
Segunda:
De 1259-1273. Domina en el filósofo el pensamiento aristotélico. Así comenta ampliamente la Ética a Nicómaco. En este momento la universidad de París atraviesa un momento de gran inestabilidad que se manifiesta en la pugna entre franciscanos, de orientación agustiniana, y los dominicos, con fuertes influencias aristotélicas. Tomás de Aquino realiza en esta etapa toda una síntesis de los problemas filosóficos más discutidos (fe-razón, creación, política). Entre sus obras podemos destacar: finaliza la Suma contra los gentiles, cuestiones disputadas sobre el mal, sobre el alma, opúsculos contra los averroístas, como De aeternitate mundi y el De unitate intellectus. La obra más importante de Tomás de Aquino es la Summa Theologica (1265-1272), en la que logra una sistematización entre teología y filosofía.
El problema de seguir a Aristóteles
Los averroístas sostenían, según la teoría de la doble verdad e interpretando a Aristóteles, que el alma, en tanto que individual, no era inmortal. La inmortalidad pertenece únicamente al intelecto, que es impersonal e idéntico en los distintos seres intelectuales. Al ser ajeno a la doctrina católica, Aristóteles no era bien considerado en Roma. El Aquinate se esforzó por deshacer el daño causado por una interpretación demasiado fiel a las doctrinas árabes que habían traducido a Aristóteles. Para ello, Aquino contaba con traducciones de los escritos originales griegos proporcionadas por Guillermo de Moerbeke, que le permitieron tener un conocimiento realmente profundo del filósofo. Por tanto, Tomás de Aquino siguió al genuino Aristóteles. Finalmente convenció a la Iglesia Católica de que el aristotelismo era preferible al platonismo como fundamento de la filosofía cristiana, y de que los musulmanes, en particular los averroístas, habían interpretado mal a Aristóteles. Con Aristóteles, Tomás de Aquino se topó con el problema de los universales. Finalmente decidió que los universales no subsisten fuera del alma, pero que el intelecto al comprender los universales, comprende cosas que están fuera del alma.
Las Cinco Vías de la Summa Theologiae
Tomás de Aquino escribió estas cinco vías para demostrar la existencia de Dios. Estas cinco vías siguen el mismo esquema: para explicar determinadas cosas es necesaria la existencia de Dios. En efecto, existen dos tipos de demostración: - Demostración propter quid: Aquella que se basa en la causa y discurre partiendo de lo que es absolutamente anterior hacia lo que es posterior. - Demostración quia: Aquella que parte del efecto para conocer la causa. Así, conocemos el efecto, y puesto que éste depende de la causa, dada la existencia del efecto, forzosamente le ha de preceder la causa. Esta última clase de demostración es la usada por el Aquinate en las Vías.
Primera vía: «Vía del motor inmóvil»
Esta vía, también llamada argumento del movimiento, fue formulada primero por Aristóteles, pero luego Tomás de Aquino la incorporó a su propia metafísica del ser.
Se basa en la evidencia del cambio o movimiento que se da en la naturaleza. Es innegable, en efecto, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven, es decir que cambian de un estado a otro. Ahora bien, según el principio de causalidad, todo lo que se mueve es movido por otro. Y si lo que mueve a otro es también movido, es necesario que otro lo mueva. Pero esta serie de motores no puede ser infinita, pues en tal caso no habría un primer motor ni un primer movimiento, ni por tanto los motores y movimientos posteriores. Pero es evidente que hay cosas que se mueven. Por ello, se llega a la conclusión de que existe un primer motor inmóvil (porque si se moviera, sería movido por otro, y él no sería el primero). Y este motor inmóvil sería Dios.
Segunda vía: «Vía de las causas eficientes»
Parte de la evidencia de la causalidad eficiente de este mundo. Así, todo lo que ha comenzado a ser ha sido causado por otro. Pero no es posible que la sucesión de causas y efectos sea infinita, porque si lo fuera, no habría una primera causa, ni por tanto una segunda, ni una tercera, etc., etc., ni por tanto causalidad alguna; lo cual es contrario a la evidencia. Por tanto existiría una primera causa no causada, que se llama Dios.
Tercera vía: «Vía de los seres contingentes»
Esta vía, también llamada argumento de la limitación en la duración, afirma que hay cosas que empiezan a ser y dejan de ser, y que por tanto pueden no ser; estas cosas se llaman contingentes. Pero si todas las cosas fueran así, es decir contingentes, entonces alguna vez no hubo nada; porque lo que se puede decir de cada parte del conjunto, se puede decir del conjunto entero, a saber que alguna vez no existió. Pero de la nada no sale nada. Por ello, debe existir un ser necesario para que haya estas cosas o seres. Este ser absolutamente necesario existiría por sí mismo y es causante de la existencia de los demás seres y se le llama Dios.
Cuarta vía: «Vía de los grados de perfección»
Esta vía parte del hecho de que hay una jerarquía de valores. De hecho, existen cosas mejores o peores, más buenas y verdaderas que otras. Para valorar esta cosas, deben ser comparadas con el grado máximo y lo más perfecto. Como hay seres que tienen una perfección limitada, debe existir un ser Perfectísimo y que sea infinito. Este ser es conocido por el nombre de Dios.
Quinta vía: «Vía del orden en el mundo»
También llamada argumento de la finalidad interna de los seres naturales. Parte de la finalidad que tienen las cosas en la naturaleza. Podemos observar que hay seres sin conocimiento que trabajan y actúan por un fin, para alcanzar lo mejor. Para que los seres carentes de conocimiento lleguen a su fin deben ser ordenados o dirigidos por alguien inteligente. Por lo tanto, deben existir seres inteligentes. Pero éstos deben ser dirigidos por alguien y así sucesivamente, y como no se puede llegar al infinito, entonces, necesariamente tiene que existir un Ser inteligente que dirija a los demás, el cual es llamado Dios.
Summa contra gentiles
Retornando a la demostración de la existencia de Dios tenemos un problema con el que ya se había topado Platón. ¿Puede Dios conocer las cosas particulares o solo las universales? Un cristiano, puesto que cree en la Providencia, debe sostener que Dios cree en los particulares; pero hay argumentos de peso contra esa creencia.
Tomás de Aquino los enumera y pasa a refutarlos. Los siete argumentos son:
- Siendo la singularidad la materia signada, nada inmaterial puede conocerla.
- Los singulares no siempre existen, y no pueden ser conocidos cuando no existen; luego no pueden ser conocidos por un ser inmutable.
- Los singulares son contingentes, no necesarios; luego no puede haber conocimiento cierto cuando existen.
- Algunos singulares son debidos a voliciones, que solo pueden ser conocidas por la persona que quiere.
- Los singulares son infinitos en número y lo infinito como tal es desconocido.
- Los singulares son insignificantes para la atención de Dios.
- En algunos singulares hay mal, pero Dios no puede conocer el mal.
El Aquinate, refuta todos estos argumentos de la siguiente manera:
- Dios conoce los singulares, porque es su causa, y de esa manera también conoce las cosas que no existen todavía pero de las que será su causa última. (Al igual que un artífice que está construyendo algo y sabe como será aunque no exista todavía).
- Dios conoce las cosas triviales, porque en realidad nada es trivial: todo tiene una nobleza, o de lo contrario solo se conocería a sí mismo.
- Por otra parte el orden del universo es noble y solo puede tenerse un universo perfecto teniendo completo conocimiento de todas las partes del mismo incluso las más triviales.
- Finalmente Dios conoce las partes malas puesto que el conocer algo bueno implica conocer el mal opuesto.
Además apunta lo siguiente:
- En Dios hay voluntad aunque sea inmóvil, su voluntad es su esencia y su objeto es la esencia divina.
- Dios se quiere a sí mismo. Y al hacer eso, quiere al resto de cosas porque Dios es el fin de todas las cosas. Y aunque las quiere, no las quiere necesariamente.
- Dios tiene libre albedrío, porque tiene una razón para su volición pero no una causa.
Finalmente, dicta una serie de cosas que Dios no puede hacer:
- Dios no puede ser cuerpo, ni cambiarse a sí mismo.
- No puede fracasar, cansarse, arrepentirse, olvidar, encolerizarse ni entristecerse.
- No puede hacer que un hombre no tenga alma.
- No puede hacer que la suma de los ángulos de un triangulo sea distinta de 180 grados.
- No puede anular el pasado.
- No puede cometer pecado.
- No puede crear a otro Dios.
- No puede dejar de existir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario