martes, 19 de enero de 2010

El Arte de Transformar la Materia






Éste, sin duda alguna, ha sido un parto doloroso, ya que cuando la imaginación no ayuda, la pluma se vuelve lenta y torpe. Sin embargo, voy a intentar disertar sobre mi arte, la Química. O mejor dicho, sobre su antecesora: la Alquimia.


Etimológicamente, no es difícil rastrear el origen de la palabra: Alquimia procede del árabe, donde al no es otra cosa que el artículo, por lo tanto: la Química y la Alquimia son, en esencia, la misma cosa. El nombre original proviene del nombre que los egipcios daban a su país, KERMIT, de modo que la Alquimia no es otra cosa que el Arte Egipcio. ¿Y por qué el arte egipcio? Sencillamente porque el pueblo egipcio fue uno de los primeros que, por sus ritos y tradiciones, empezaron a trabajar de una forma metódica en la materia y sobre ella. Junto con su tradición de constructores de pirámides, templos hacia la eternidad, esgrimían una desarrollada medicina y, por supuesto, una incipiente química que obtenía fármacos y trabajaba para mejorar los procesos de los ritos hacia la inmortalidad. En este sentido, lo que implícita y explícitamente buscó siempre la Alquimia empieza con su propio nacimiento: la panacea universal, el elixir que todo lo cura, y la piedra filosofal, capaz de la transmutación de la materia. Los alquimistas eran requeridos y financiados por reyes y nobles, quienes tenían la esperanza de aumentar sus propios recursos. Sin embargo, muchos alquimistas, no logrando producir el oro prometido, perdieron sus vidas.


Con el correr del tiempo, símbolos y alegorías alquimistas se hicieron extremadamente complejos. Y de la búsqueda del oro decayó significativamente, de modo que los alquimistas pasaron su atención a la búsqueda de medicinas. Un líder de este movimiento fue Paracelsus (1493-1531), quien fue el primero de Europa en mencionar el zinc y en usar la palabra “alcohol” refiriéndose al “espíritu del vino”. Creó controversia en su tiempo porque condenó completamente la ciencia y la medicina tradicionales. Él sostenía el concepto nuevo de que las enfermedades se producen por agentes externos que atacan al cuerpo y no por un desequilibrio interno de los fluidos corporales y mentales. Según Paracelsus, la terapia tendría que estar dirigida contra esos agentes externos de la enfermedad, y sostenía que había que utilizar para ello medicinas basadas en experimentos químicos, o alquímicos, no hierbas. Éste fue un momento histórico, en el que la Alquimia comenzó a convertirse en la Química. Sin embargo, si aplicamos las condiciones impuestas por Kant en su Crítica de la Razón Pura, la Química aún se encontraba más cerca de la Metafísica que de las ciencias puras y teoréticas que ya eran en ese momento la Física y las Matemáticas.


Hoy, luego de investigaciones científicas que se fueron acelerando y acumulando con el paso de los siglos, llegamos al conocimiento actual, que está lejos de los conocimientos antiguos, pero, no nos engañemos, también está lejos de los secretos de la Armonía de los Mundos, obra del Gran Arquitecto del Universo, que todavía nos quedan por descubrir. Y, sin entrar en detalles científicos, dejemos sentado ya el hecho de que el sueño de los alquimistas de la transmutación de elementos, y en especial de transformar plomo en oro, no es posible de efectuar por medio de ninguna reacción química. Pero sí es posible por medio de una reacción nuclear, pues para convertir un elemento en oro es necesario un cambio en su número atómico, lo cual se puede lograr por medio de una reacción nuclear, o puede ocurrir espontáneamente por una generación o degeneración radioactiva. Así, a día de hoy, la transmutación es un proceso común, ya que hay poderosos aceleradores de partículas y reactores nucleares. Ya se ha logrado así preparar artificialmente todos y cada uno de los elementos conocidos. Y además se lograron sintetizar más de 1500 radioisótopos que tienen gran valor en los campos médico e industrial. Es decir, que el sueño del alquimista es posible y se ha realizado: metales básicos se pueden convertir en oro, aunque el precio de energía requerida excede el precio del preciado metal.


Asimismo, nuestra particular “panacea universal” ha permitido alargar en el último siglo la esperanza de aproximadamente 40 años a más de 80.


En la actualidad, la química está dando el paso definitivo para dejar de ser una mera disciplina de observación basada en el ensayo y el error (no muy diferente de cómo los antiguos alquimistas descubrieron el Óleo de Vitriolo- ácido sulfúrico, cuyo consumo hoy en día mide el desarrollo de un país-) y está empezando a incorporarse al grupo de las Ciencias Puras y Teoréticas […] un químico moderno ya no define una molécula como un ente material […] sino como una solución de una ecuación diferencial en un espacio de Hilbert. No hay duda de que no sólo la ciencia moderna sería el orgullo de Kant, con la transformación de los conceptos y las ideas en armónicas formas matemáticas […] sino que ha ido más allá y con los conceptos de relativismo y probabilidad (Einstein, Heisenberg, PLank…) ha vuelto a encontrarse con la Metafísica.

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