miércoles, 10 de marzo de 2010

Jano o los dos Juanes

(tomado de las Notas de Facebook de Javier Escalada)

El solsticio de invierno (cuando el Sol alcanza el punto más bajo), abre el paso de la naturaleza replegada sobre sí y durmiente al ascenso de luz, y las fuerzas de la naturaleza se van desperezando; comienza la fase ascendente del ciclo anual. El solsticio de verano (cuando el Sol alcanza el punto más alto) abre la fase descendente hasta una nueva detención que cierre el ciclo. Los dos solsticios marcan así la división del ciclo anual en dos mitades, una ascendente y otra descendente, que reflejan de alguna forma la Ley Universal aplicable a todo lo existente (todo lo que sube, baja), Hermetismo (arriba es como abajo) y que representan las dos fuerzas (ying-yang; sístole-diástole; inspiración-expiración; masculino-femenino; positivo-negativo, ...). Estas fuerzas que realizan el ciclo completo, pero también los dos puntos en los que se detienen el movimiento, y por tanto el tiempo; de ahí el simbolismo de las dos puertas (una de entrada y otra de salida), representadas por las dos caras de Jano o los dos San Juan. De hecho el nombre Juan es un derivado de Jano que significa “puerta”, bajo las festividades cristianas de los juanes se ocultan antiquísimos ritos paganos del Jano de los Etruscos, y del Saturno de los Frigios en la antigüedad.

¿Qué tiene que ver los solsticios con los dos juanes?, el 21 de junio y de diciembre son el solsticio de verano y de invierno, y unos días después celebramos San Juan Bautista (24-jun) y San Juan Evangelista (27-dic).

La puerta de descenso a la caverna se encuentra en Cáncer (llamada también por los hindúes y los pitagóricos “puerta de los hombres o de los antepasados”) a través de las cuales se accede a la oscuridad (solsticio de verano), por la que se puede entrar y salir. La puerta llamada “de los dioses”, es por la que se accede a la fase luminosa (solsticio de invierno), a un plano supra-humano, o bien a la caverna cósmica, pero no como hombre, si no como avatar (ese sería el caso de Cristo).

El solsticio de verano es una especie de muerte del sol que en muchas culturas antiguas se celebraba con ceremonias destinadas a asegurar que el astro rey “renaciera” y comenzara su lento regreso hacia el norte. Para este objeto, se encendían fogatas y luces de distinto tipo. La fiesta judía de Janucá (Fiesta de las Luces) y la iluminación del árbol de Navidad tienen indudablemente este origen. Algunos pueblos paganos realizaban sacrificios humanos para garantizar la supervivencia del astro.

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